La pandemia del covid-19 está arrastrando a la economía mundial hacia su primera recesión desde 2009. América Latina comienza a sentir la presión. Además, mientras los gobiernos adoptan medidas de emergencia y los líderes corporativos implementan estrategias para reducir sus costos, una vuelta a la normalidad se vislumbra a lo lejos. Sin embargo, la energía renovable podría allanar el camino hacia la recuperación y abrir las puertas a un futuro sostenible y equitativo.
A medida que el coronavirus agita los mercados, la caída de la actividad económica mundial perjudica las exportaciones de bienes y servicios de América Latina, irrumpe en las cadenas de suministro y endurece las condiciones financieras. En los mercados en los que trabajamos, las compañías se esfuerzan por reducir costos y los gobiernos intentan mitigar los efectos sanitarios, sociales y económicos del virus con medidas de restricción de movimiento, programas de liquidez monetaria y estímulos fiscales.
No obstante, si bien las medidas a corto plazo han servido para abordar los desafíos inmediatos de la pandemia, creemos que para lograr una resiliencia sostenible a largo plazo es fundamental definir una estrategia energética sólida con visión a futuro en la que, sin duda, las energías renovables serán clave.
Las empresas reducen sus costos
En los mercados latinoamericanos donde operamos, los líderes de negocios intentan equilibrar sus costos, evaluar sus ingresos futuros y desarrollar planes comerciales. De hecho, casi dos tercios de las empresas latinoamericanas están preocupadas por el impacto económico de la crisis y un 54% ha reducido drásticamente sus gastos de personal, según la consultora global Mercer.
Si bien estas son soluciones inmediatas, la crisis del coronavirus necesitará una visión a largo plazo para enfrentar la posible reducción del PIB latinoamericano en casi un 5% en 2020 y la brusca disminución de la demanda de bienes y servicios a medida que el distanciamiento físico afecta la forma en la que la población invierte sus recursos.
Según el sector industrial, la energía eléctrica puede estar entre el primer y el cuarto costo operativo más grande de las empresas. De allí que las compañías hagan cambios en sus estructuras de costos y tomen decisiones sobre el suministro y consumo de energía.
Una de las medidas para lidiar con los costos de la energía son los contratos de compraventa de electricidad (PPA, por sus siglas en inglés), mediante los cuales las empresas adquieren energía eléctrica de productores independientes en lugar de una empresa de servicios públicos. Tales contratos han aumentado en popularidad en los últimos años, tanto que en 2019 se triplicaron en América Latina.
Estos acuerdos entre un comprador corporativo y un productor independiente de energía establecen la compra de electricidad a un precio fijo durante un período. Para los compradores corporativos, esto se traduce en visibilidad y seguridad en relación con los costos futuros de la electricidad, así como también en protección contra la volatilidad de los precios de la energía, algo clave en el mundo que vendrá después del covid-19.
En este sentido, nuestro equipo fue el primero en implementar un PPA privado solar en Chile hace aproximadamente ocho años, y desde entonces hemos expandido su éxito a Brasil y México. Nos basamos en el hecho de que las compañías de todas las industrias están cada vez más interesadas en encontrar una estrategia energética que respalde sus presupuestos en estos tiempos de incertidumbre. Creemos que tal interés seguirá aumentando.
Los gobiernos buscan energías renovables para competir
Al igual que en el resto del mundo, las personas en América Latina han apelado a sus gobiernos ante la crisis del coronavirus. En este panorama, los gobiernos percibidos como eficaces en su actuación han recibido apoyo público, pero se necesitarán medidas de mayor alcance para lograr una economía estable durante los próximos meses y años.
Mientras que los gobiernos superan la fase de las decisiones inmediatas y empiezan a tener una visión de largo plazo de la situación, una transformación energética basada en las energías renovables puede apoyar una recuperación resiliente y equitativa que no deje a nadie atrás.
Nosotros mismos lo hemos experimentado con nuestros proyectos que brindan energía limpia y más económica en toda la región. Además, no somos los únicos que creemos en el potencial de la energía renovable. La Agencia Internacional de las Energías Renovables (IRENA, por sus siglas en inglés) afirmó en su estudio Global Renewables Outlook, publicado en abril de este año, que incluir a la transición energética como parte integral del plan general de recuperación produciría ganancias al PIB mundial de casi 100 billones de dólares entre hoy y el año 2050.
En este sentido, los países latinoamericanos están a la vanguardia. Sus gobiernos ya establecieron un objetivo en común: en 2030, 70% de la electricidad de la región debe provenir de fuentes renovables, más del doble en comparación con la meta de la Unión Europea. Además, en el Acuerdo de París sobre el cambio climático el 81% de las contribuciones nacionalmente determinadas de América Latina tienen objetivos cuantificados de energía renovable, mientras que en el resto del mundo este porcentaje es menor: 67%.
De allí que, en lugar de permitir que el covid-19 empeore la tragedia con obstáculos a la transición hacia una energía limpia, creemos que los gobiernos latinoamericanos tienen una oportunidad sin precedentes para acelerar esa transición. La clave es aprovechar la situación actual para que lleven sus ambiciones climáticas a otro nivel y lancen paquetes de estímulo sostenibles centrados en la energía limpia.
Con costos muy inferiores en comparación con las plantas de energía tradicionales, muchas tecnologías de energía renovable pueden desarrollarse con relativa rapidez; con ellas se puede ayudar a que las industrias se recuperen y crear hasta 3,2 millones de empleos en la región, lo que compensa, al menos parcialmente, los impactos sociales y económicos ocasionados por el coronavirus.
Mientras los precios del petróleo caen, las energías renovables son un refugio para los inversionistas
El covid-19 no es la única crisis que sacude la economía de América Latina. El colapso de los precios del crudo, que han caído muy por debajo del costo marginal por barril de la mayoría de las empresas petroleras de la región, ha puesto en modo de espera los proyectos de exploración y producción de crudo. Además, el exceso de oferta y la caída de la demanda han obligado a los inversionistas (cada vez más adversos al riesgo) a abandonar sus inversiones en petróleo, mientras las acciones y los bonos de productores como Ecopetrol, Petrobras y Pemex caen significativamente.
La imprevisible rentabilidad de las inversiones en hidrocarburos ha dado más argumentos a favor de la energía renovable. Hasta hace muy poco, los combustibles fósiles aún tenían ventajas sobre la energía renovable. Ya no. De hecho, la energía renovable no subsidiada de América Latina se ha convertido en la fuente de energía más asequible para numerosos países y mercados. Por ello esperamos ver un aumento en el número de inversionistas que apuestan por la energía solar y eólica como una alternativa confiable, asequible y escalable, y que inyectan fondos en nuevos proyectos que respaldarán la transición hacia un mayor uso de energía limpia en la región.
Un vistazo al futuro
La capacidad de la energía renovable para apoyar la recuperación posterior al coronavirus no se trata solo de un asunto económico. Está relacionado también con la mejora de las condiciones de salud y la calidad de vida en las ciudades de América Latina.
En los últimos meses hemos sido testigos de lo que podría ser posible con un sistema de energía más limpio. De acuerdo con Carbon Brief, la crisis del coronavirus podría causar la mayor disminución anual de las emisiones de carbono de la historia. América Latina ha sido testigo de ello, dado que es la región más metropolizada del mundo (80% de su población vive en ciudades). En Santiago de Chile, por ejemplo, una de las metrópolis con problemas ambientales más graves, la contaminación del aire ha disminuido 30%, y desde Bogotá hasta Belo Horizonte se han viralizado en las redes sociales imágenes increíbles de cielos despejados.
Esta nueva conciencia sobre lo que podría deparar el futuro si se tomaran las decisiones energéticas adecuadas aumentará la presión sobre los gobiernos y las corporaciones por parte de la población joven y políticamente activa de la región, para poner freno a los casos más críticos de contaminación del aire en las ciudades.
La pandemia del coronavirus será el inicio de cambios profundos y duraderos. En ese sentido, las empresas, los gobiernos y los inversionistas tienen en este momento una oportunidad única para ejercer el liderazgo una vez que se supere la crisis del coronavirus. Creemos que estarán en la cresta de la ola aquellos que en sus estrategias de negocios se embarquen en la ruta del consumo, la producción y el progreso sostenibles hacia objetivos de reducción de emisiones de carbono.
En nuestra opinión, las oportunidades de la energía renovable en términos de ahorro de costos, beneficios ambientales y creación de empleos pondrán a esta energía en un lugar privilegiado para convertirse en la columna vertebral del crecimiento, mientras la región traza su camino hacia la recuperación
Fuente:
https://www.irena.org/publications/2020/Apr/Global-Renewables-Outlook-2020